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Portada » Noticias » Una política de Estado para el Sahel desde Canarias 

Una política de Estado para el Sahel desde Canarias 

José Segura 13/07/2025
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El Archipiélago puede convertirse, con los apoyos estatales y de la Unión Europea, en un verdadero centro logístico, formativo, comercial y humanitario para nuestros países vecinos.

El Sahel —esa vasta franja que se extiende desde el Atlántico hasta el Mar Rojo, abarcando países como Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger o Chad— representa hoy uno de los desafíos más complejos y urgentes para África, Europa y, en particular, para Canarias. Inestabilidad política, crisis climática, expansión del yihadismo, colapso institucional, pobreza crónica y desplazamientos forzados hasta derivar en migraciones por vía marítima configuran un escenario que no es lejano ni ajeno, sino profundamente conectado con nuestra realidad insular. De ello, como bien saben, hemos escrito en innumerables ocasiones durante los últimos años.
Además, recientemente, a invitación de diversas entidades como la Real Sociedad Económica de Amigos del País o el Club Náutico de Santa Cruz de Tenerife, he pronunciado una conferencia con el título ‘Canarias debe mirar hacia el Sahel’. En ellas he tratado de sintetizar todos los artículos que he escrito sobre la región, y que formarán parte de un libro ya en fase de publicación.

En este contexto, el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, lanzó públicamente esta semana la propuesta de que nuestro Archipiélago asuma un papel protagonista en la política europea hacia el Sahel. Lo que plantea el presidente no solo es pertinente, sino imprescindible.

Desde Casa África llevamos años defendiendo que el Sahel debe ocupar un lugar central en la acción exterior española y europea. Hemos impulsado seminarios, publicaciones, foros diplomáticos y análisis estratégicos que insisten en una idea clave: es hora de superar el enfoque exclusivamente securitario que ha guiado la relación con esta región, y de apostar por estrategias integrales basadas en el desarrollo humano, la buena gobernanza, la diplomacia local y la escucha activa de las comunidades.

Canarias, por su ubicación geográfica, su experiencia institucional y su condición de Región Ultraperiférica reconocida por la Unión Europea, tiene una oportunidad histórica de actuar como plataforma atlántica entre Europa y África. Nuestra insularidad, cercanía al continente y europeidad —como bien explica el historiador Dagauh Komenan— son activos geopolíticos de primer orden. No somos una frontera, sino un puente.

La Comisión Europea ha reconocido reiteradamente el valor de las RUP como “laboratorios de políticas europeas” en contextos complejos y como “puentes hacia el mundo”. En el caso de Canarias, esta vocación va pareja a la acción de instituciones como Casa África, y a las apuestas estratégicas y los enfoques africanos tanto del Gobierno de España como del Gobierno de Canarias, los cabildos insulares, diversos ayuntamientos e incluso el sector universitario y el sector empresarial.

El mes de diciembre pasado fue el momento escogido por el presidente del Gobierno de España para presentar, en Moncloa, la nueva Estrategia España-África 2025-2028. Se trata de un documento en cuya presentación tuve la oportunidad de asistir y que pretende orientar la acción de España en el continente africano basándose en el principio de asociación y en el respeto y beneficio mutuos, en la escucha de los socios africanos y con un énfasis en el multilateralismo.

A principios de este año, el ejecutivo regional anunció en Casa África una Estrategia Canaria para África (ECA), una declaración de intenciones que toma cuerpo progresivamente para reforzar la cooperación política y económica con los países africanos vecinos, posicionar a Canarias como centro logístico, formativo, científico y humanitario para iniciativas dirigidas al continente, promover la atracción de talento africano e impulsar la movilidad académica y empresarial entre las dos orillas y, sobre todo, reforzar el papel del archipiélago en foros internacionales relacionados con migración, cambio climático, energías renovables, seguridad alimentaria y salud pública.  Este pasado martes mantuvimos en Tenerife una reunión de trabajo para ir avanzando en propuestas concretas para hacerla una realidad. Por lo pronto, las primeras conversaciones marcan un rumbo esperanzador, en la línea de lo que llevamos desde hace varios años reclamando, especialmente sobre el Sahel.
Ya funcionan programas canarios como Tierra Firme, que ha permitido formar y emplear a cientos de jóvenes senegaleses gracias a la colaboración canaria, demostrando que existen fórmulas viables y eficaces de cooperación transformadora. No se trata de caridad, sino de corresponsabilidad: de ofrecer alternativas dignas que generen arraigo y futuro en origen.

Canarias tiene el conocimiento y potencial suficiente como para que el Estado aborde una verdadera política hacia el Sahel ejecutada desde el Archipiélago: posicionando las Islas hacia nuestros vecinos africanos como un centro logístico, humanitario, científico, formativo y comercial (el paso dado por la Cámara de Comercio de Las Palmas con la creación de la red de cámaras AFRICO es un ejemplo perfecto y positivo). Todo ello podría y debería suponer un apoyo importante hacia el necesario avance del desarrollo sociopolítico del Sahel, en estos momentos amenazado por una excesiva violencia.

Siempre he estado convencido de que podemos transformar a Canarias en un laboratorio de políticas innovadoras que promuevan el desarrollo inclusivo, el diálogo entre iguales y la movilidad académica, profesional y empresarial entre las dos orillas del Atlántico.

Entre las propuestas concretas que podrían dar cuerpo a esta visión, destacan:

  • La potenciación de Casa África como una especie de centro atlántico para África y el Sahel, mejorando sus medios para que actúe como nodo de análisis, formación y cooperación entre actores africanos, europeos y canarios. Los Embajadores africanos de la región, en el último Consejo Diplomático celebrado en Madrid hace pocas semanas, nos pedían precisamente iniciativas en este sentido.
  • El impulso al emprendimiento juvenil y la innovación social, mediante alianzas con el ecosistema tecnológico y empresarial de las islas, en sectores clave como agroecología, energías renovables, gestión del agua o turismo sostenible.
  • La formación de capital humano africano en Canarias, mediante convenios con organizaciones regionales como la CEDEAO, orientados a capacitar a nuevas élites africanas en ámbitos estratégicos como salud pública, protección civil, ciberseguridad o gobernanza. Nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores ya tiene líneas de colaboración con la CEDEAO en este sentido, pero sería un paso inteligente usar a Canarias como base de esas formaciones en colaboración con nuestras universidades
  • El fortalecimiento de la diplomacia local y municipal, con redes de cooperación entre ayuntamientos, cabildos y contrapartes africanas para trabajar temas como cambio climático y alertas tempranas ante fenómenos climatológicos adversos, seguridad alimentaria, participación ciudadana, urbanismo o movilidad humana.
  • La institucionalización de un Foro Atlántico Canarias–Sahel, como espacio estable de diálogo político, económico, social y académico, que visibilice esta región en la agenda europea y promueva soluciones compartidas. Esta propuesta, por ejemplo, ya nos la lanzó hace unos años un think tank de la región, el Timbuktu Institute, referencia en el estudio del Sahel.

Estas iniciativas no son simples aspiraciones. Responden a una urgencia: los flujos migratorios que llegan a nuestras costas son síntomas visibles de una región sumida en una espiral de violencia e incertidumbre. La ruta atlántica se ha convertido en la más activa y letal hacia Europa, y el Sahel concentra más del 50% de las muertes por terrorismo en el mundo, según el Índice Global de Terrorismo de 2024. No podemos esperar a que la crisis nos golpee más fuerte para actuar.

Es también una cuestión de equidad. Canarias, como RUP, ya cumple de facto una función de “contención” migratoria, sin recibir proporcionalmente la atención o los fondos que esta responsabilidad exige. La tesis del profesor Komenan lo explica con claridad: nuestras islas deben ser reconocidas como territorio estratégico y como espacio de experimentación para nuevas políticas de cooperación, no solo como muro de contención.

Frente a un contexto internacional en el que Europa gira su mirada hacia el este y relega al sur, Canarias debe reivindicar una vocación exterior firme, comprometida y útil. Como ha dicho en múltiples ocasiones el periodista José Naranjo, es hora de que dejemos de ser frontera para convertirnos en plataforma, en conexión, en oído. No se trata de asumir competencias ajenas, sino de ejercer un liderazgo inteligente y solidario, que complemente la política exterior del Estado y contribuya a una relación más justa y sostenible con nuestros vecinos africanos.

El Sahel no es solo un desafío. Es también una oportunidad. Una región plural, rica y fascinante donde se juega el futuro del continente africano y, con él, el del mundo. En ese futuro compartido, Canarias tiene mucho que aportar. Y el momento de hacerlo es ahora.

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Juan Manuel Pardellas

Periodista

Autor, entre otras publicaciones y trabajos, de HÉROES DE ÉBANO, FINCA MACHINDA y EN ESTE GRAN MAR.

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