El VII Premio Saliou Traoré de periodismo ha sido para un reportaje que nos habla de la restitución del arte expoliado y nos remite a lo que se atisba como una nueva era para el continente a través de la reclamación de justicia de sus jóvenes.
En la mañana del viernes 17 de octubre, en la isla de Madagascar (ubicada en el Océano Índico frente a Mozambique, una isla de mayor tamaño que nuestro país), un coronel del Ejército ha tomado posesión del poder después de un golpe de Estado que ha transcurrido de forma muy diferente, por ejemplo, a los que hemos visto en los últimos años en los países del Sahel.
Una escalada de protestas juveniles por los constantes cortes de agua y electricidad, sumados a una profunda insatisfacción con el alto desempleo, la corrupción rampante y la crisis del coste de la vida provocaron disturbios graves, en primer lugar, y posteriormente que el Ejército tomase partido con los manifestantes al negarse a contrarrestar la protesta, provocando así la huida del presidente Rajoelina del país.
El golpe de Madagascar tiene origen en lo que globalmente se está llamando la Generación Z, los jóvenes, y no es un hecho aislado. En los últimos meses, por ejemplo, hemos visto protestas importantes en países como Marruecos o Kenia, protestas motivadas por una demanda de la mejora de los servicios públicos y que exigen a sus gobiernos que rindan cuentas, que les provean de una mejor sanidad y educación.
Recordemos que la población africana tiene una edad media de 19,3 años, que más del 70% de su población tiene menos de 30 años, y que vive con un liderazgo político envejecido que se niega a compartir el poder (la edad media de los líderes africanos en 2024 era de 64.3 años).
Es un fenómeno que sin duda empieza y al que deberemos estar muy atentos, porque va a provocar cambios importantes en otros países, pero que también debemos entender como un “mar de fondo” en replanteamiento de la actitud de los africanos respecto a su papel en el mundo.
Este término del “mar de fondo” lo empleó en el patio de Casa África este pasado martes la periodista Ana Carbajosa, directora de Planeta Futuro, una sección del periódico El País que se dedica a escribir sobre el llamado Sur Global, y que escribe, mucho y bien, sobre el continente africano. Carbajosa recogía el VII Premio Saliou Traoré de periodismo en español sobre África, que organizamos conjuntamente Casa África y la Agencia EFE, por un reportaje excepcional, hecho de forma coral en El País, titulado ‘Viaje a los orígenes africanos del arte robado’.

Carbajosa no dudó en señalar que esta oleada de activismo y exigencia de justicia es parte de una nueva era y de un moderno capítulo de la historia de África, que surge del mismo ‘mar de fondo’ del que también habla el reportaje: de las reclamaciones de restitución de decenas, centenares, miles de obras de arte traídas (o por decirlo claramente, robadas) de África y que museos de antiguas potencias coloniales exhiben o almacenan en sus dependencias.
Y toda esta demanda de justicia poscolonial es, como bien dijo la periodista, una señal clara de cómo “África se está resituando en el orden global”, algo que debe hacernos pensar desde los países a los que se les (nos) exige devolver estos objetos. Para nuestros museos, una pieza más para explicar el mundo, pero para una comunidad o un pueblo concreto quizás todo un símbolo o algo mucho más profundo que les fue arrebatado con sangre hace décadas.
El presidente de la Agencia EFE, Miguel Ángel Oliver, destacó precisamente esta dimensión del reportaje al señalar que este “portentoso” trabajo sobre el expolio cultural representa el «desafío mental que supone para un europeo enfrentarse a algo que va cobrando voz». Esta voz que exige la restitución se ha convertido en «grito en los últimos años» gracias al empuje de una «generación nueva» que reivindica lo que antes solo se intuía, dijo acertadamente Oliver, quien se mostró orgulloso de la colaboración con Casa África para mantener un premio que permite poner el foco en las áreas geográficas a las que ahora el mundo parece no querer mirar.
Yo les recomiendo encarecidamente que dediquen un rato a leer este artículo porque realmente genera preguntas y permite entender un tema no desde la perspectiva europea, sino desde la percepción africana, lo que sin duda ayuda a calibrar que esto forma parte de un momento que va a traer importantes cambios en el futuro. Se trata de un ejercicio de periodismo descomunal, un trabajo coral que desarrolla piezas elaboradas en diversos países africanos, desde Senegal a Madagascar, Tanzania, Benín, Egipto, Camerún o Costa de Marfil, y que a través de cada objeto va componiendo un excelente retrato de este momento reivindicativo del continente en su demanda de justicia.
Porque como expliqué en mi intervención durante el acto de entrega del premio, devolver lo expoliado no es solo una cuestión de justicia histórica, sino una forma de reconocer el derecho de los pueblos africanos a narrarse desde sí mismos, a reconstruir su relato, a devolver la dignidad arrebatada en cada objeto. Es, sin duda, un paso fundamental en este mundo multipolar donde los países africanos exigen relaciones de igualdad con sus antiguos colonizadores y rechazan de frente cualquier actitud neocolonizadora, que repita prácticas del pasado.

El Premio Saliou Traoré de periodismo es un esfuerzo que desde Casa África mantenemos en nuestro ánimo de fomentar, como siempre decimos, que se escriba más y mejor sobre África. Esto, y haberle podido hacer un homenaje al fallecido periodista senegalés que da nombre al galardón (fue casi 40 años corresponsal de EFE en Senegal) son un enorme motivo de orgullo para la institución.
Porque sin duda, el reportaje de Planeta Futuro y su reflexión sobre la demanda africana de justicia poscolonial constituyen un tema que le hubiera no solo gustado, sino apasionado, a Saliou Traoré. Porque nuestro respetado Saliou promovía la comprensión de África sin estereotipos, y el ‘Viaje a los orígenes africanos de los objetos robados’ hace exactamente eso al centrar la narración en contarnos la perspectiva africana de todo esto: el significado espiritual, de protección y de identidad que los objetos tienen para las comunidades africanas, en lugar de interpretarlos únicamente desde una mirada eurocéntrica o estética.
El jurado valoró que la investigación de Planeta Futuro contribuye al conocimiento de África, su desarrollo inclusivo, social, sostenible e igualitario. Porque esto se refleja en la capacidad del reportaje para poner de manifiesto el problema de la injusticia histórica y la necesidad de nuevas relaciones de igualdad entre África y el resto del mundo.
Así que enhorabuena a Ana Carbajosa y a todo el equipo que firmó este trabajo premiado: Raquel Seco, Alejandra Agudo, Nalova Akua, Chema Caballero, Marc Español, Lola Hierro, José Naranjo, Beatriz Lecumberri, Patricia R. Blanco, Ana Fernández y Alejandro Gallardo. Contribuir de alguna manera a que se escriba con este esfuerzo y dedicación sobre África es sin duda una de las mejores maneras que podemos tener de fomentar que nos conozcamos más y mejor.
Este artículo, además, nos llega en una semana en la que vemos de nuevo incrementar el flujo de llegadas de cayucos a Canarias, dos de ellos con más de 200 personas a bordo cada uno, y en la que constatamos nuevas y lamentables pérdidas de vidas durante el trayecto. Jóvenes de esta Generación Z de la que ahora empezamos a oír hablar como si fuera una marca (confieso que no me gustan mucho este tipo de etiquetas) que se juegan la vida, en búsqueda de una vida mejor, en busca de justicia.