
Miles de familias rurales en el este de Kenia están viviendo un cambio radical en sus explotaciones agrícolas. En los condados de Embu y Tharaka Nithi, la adopción de prácticas regenerativas está permitiendo no solo mejorar la fertilidad de los suelos, sino también aumentar los ingresos de quienes dependen de ellos para sobrevivir.
El proyecto STRAK, impulsado por la ONG Farm Africa y respaldado financieramente por la Fundación IKEA a través de AGRA, ha alcanzado a más de 50.000 pequeños productores. La iniciativa promueve métodos sencillos pero transformadores, como el uso de estiércol orgánico, el acolchado de cultivos o la aplicación moderada de fertilizantes, con resultados muy por encima de las expectativas iniciales.
En Tharaka Nithi, los agricultores de maíz que aplican estas técnicas han multiplicado hasta por cinco el valor de cada chelín invertido en sus parcelas. En Embu, las ganancias netas por hectárea superan los 211.000 chelines kenianos, cifras que marcan una diferencia tangible en la economía de las comunidades locales.
El programa también impulsa nuevas fuentes de sustento en zonas tradicionalmente dependientes de un solo cultivo. Pequeños emprendedores han mejorado su producción de miel, incrementado la cría de aves locales o reforzado los sistemas agroforestales, diversificando así las opciones de empleo y alimentación en las aldeas.
Además de apoyar a los agricultores, STRAK trabaja junto a los gobiernos condales para que la agricultura regenerativa quede integrada en los planes de desarrollo regional. Más de siete de cada diez productores en las zonas de actuación ya aplican estas técnicas, consolidando un cambio que combina sostenibilidad ambiental y seguridad económica.
Con el clima cada vez más imprevisible, los resultados de este proyecto ofrecen una prueba de que la regeneración del suelo y la rentabilidad agrícola pueden avanzar de la mano, garantizando futuro a las comunidades rurales y a los ecosistemas de los que dependen.
Fuente: farmafrica.org; theonlinekenyan.com