Situado frente a las costas de Senegal y Mauritania, Cabo Verde es un punto de encuentro entre América, África y Europa. Desde el siglo XV, se convierte en un lugar estratégico y emblemático del comercio de esclavos y de la colonización portuguesa. Su población actual es mayoritariamente mestiza. Un mestizaje étnico pero también cultural que, a pesar de su complejidad y la dificultad de la población para identificarse a veces como africana, ha logrado, de alguna manera, transformarse en una fortaleza con el tiempo. Si bien es cierto que muchos otros territorios como Brasil o las Antillas también están marcados por mezclas y la diversidad de influencias, Cabo Verde se distingue por una cohesión social más estable y un racismo relativamente menos marcado (aunque presente). Las mezclas históricas y actuales constituyen hoy más una ventaja que un obstáculo para el desarrollo y la cohesión interna.
Cabo Verde obtiene su independencia en 1975, tras la caída del dictador portugués Antonio de Oliveria Salazar, pero sobre todo después de una larga lucha revolucionaria anticolonialista y panafricana dirigida por Amílcar Cabral a partir de 1956, en Cabo Verde y Guinea-Bisáu. Esta lucha por la independencia tiene consecuencias que aún hoy son visibles en el país, que se desarrolla en silencio y cuya estabilidad, tanto política como social, no tiene nada que envidiar a otros países del continente más mencionados en este ámbito.
En Praia, la capital donde se concentran 199,804 habitantes (Banco Mundial, 2025), la representación del poder se caracteriza por la discreción. El Presidente de la República se quiere ante todo un ciudadano que se mezcla con la población de manera común y relativamente frecuente. El poder aquí no es sinónimo de dominación, sobreexposición mediática o sacralización, como suele ocurrir en muchos países. Pero la particularidad de Cabo Verde a nivel regional no se encuentra únicamente en su modelo de gobernanza, su estabilidad política actual o el mestizaje de su población. A pesar de su falta de recursos naturales y su dependencia de las importaciones, este país logra desarrollarse en la sombra, resistiendo la corrupción, aprovechando su posición geográfica y geopolítica estratégica y preservando su medio ambiente (en particular a través de la valorización de la economía azul).
Gran ausente de los medios internacionales y poco citado, Cabo Verde, al igual que su héroe Amílcar Cabral, es sin embargo un modelo en términos de desarrollo económico, social y ambiental del cual sus vecinos harían bien en inspirarse.