


¿A quién le gustaría ser fotografiado sin consentimiento en su vida cotidiana? Sin embargo, cuando viajamos, a veces inconscientemente y otras no tanto, disparamos la cámara sin reparos con el fin de inmortalizar nuestras vivencias. África invita a capturar muchas situaciones sorprendentes desde nuestra perspectiva cultural. Pero hay un mínimo de reglas básicas que se deben respetar, según las creencias, la religión y las normas administrativas del lugar.
Intente ser discreto, evite sacar la cámara desde el primer momento, ya sea en un mercado, una calle o un pueblo. Una vez integrado, será mucho más fácil conseguir imágenes auténticas, y no simples instantáneas robadas, sin alma. Hay lugares, generalmente turísticos, que solo se dejan fotografiar a cambio de dinero: no me parece el mejor plan. Eso no quita que, después de hacer algunas fotos, se invite a un refresco o algo similar a quien haya sido retratado. En el mundo rural es esencial presentarse ante el jefe del pueblo y comunicarle nuestras intenciones: eso sí, se le ofrecerá algún presente en muestra de respeto. Es él quien autorizará a retratar a su gente, algún objeto, árbol o lugar sagrado. Finalmente, si las imágenes se van a publicar, se debe tener especial cuidado al elegirlas, procurando siempre mostrar a las personas de forma digna y favorecedora… Si vuelves a visitar el lugar llévate algunas fotografías impresas, ¡se deleitarán!
Todas las fotografías son de mi compañero de viaje, Ángel Vallecillo.