En mi modesta experiencia primero como ciudadano y seguidamente como pequeño empresario, los africanos tenemos muchas oportunidades que explorar cuando ya estamos aquí, en Canarias, en España y en Europa.
Primero, el trabajo, las condiciones laborales, los horarios, la legislación, los sueldos son un privilegio en comparación a nuestros países de origen.
Segundo, el sistema sanitario tampoco tiene nada que ver con muchos lugares de África y aporta oportunidades para mantener una buena salud física y emocional.
La libertad económica de cada uno trabajando aquí no es la mismo que cuando lo hacemos allá. La carga familiar de un trabajador en África es enorme y eso aquí se desconoce. Para que se hagan una idea, uno de nosotros trabaja para dar de comer mínimo a diez personas que no trabajan. Las familias son numerosas, con muchos miembros, entre abuelos, padres, hijos, tíos, cuando a veces hay que sumar varias esposas y más abuelos, hijos y familiares… Y un trabajador ha de rendir económicamente ante todos ellos. Es su deber.
Respecto a los sueldos y la forma de pago, son también inferiores y es muy difícil sobrevivir parar muchos trabajadores.
Todos estos factores han de tenerse en cuenta.
Esas obligaciones, esa enorme presión, en cierto sentido desaparece cuando llegamos a Canarias, a España, a Europa y nos permite disponer de recursos para desenvolvernos más, mejor y más rápidamente que si estuviéramos en nuestro lugar de origen.
Desde mi experiencia personal, la integración de los africanos en España es sencilla y poco problemática, seguro que habrá excepciones, pero al menos mi percepción de muchos años ya aquí ha sido esa. España, una inmensa mayoría, es un país muy abierto, sociable, solidario. Nosotros también y por eso nuestra integración es más fácil que en otros lugares del mundo.
La integración ha permitido casamientos mixtos y de paso contribuir a aumentar la natalidad europea, que está bajando de forma alarmante.
Este entendimiento entre europeos y africanos es también una gran herramienta contra el racismo y aumenta la riqueza económica y social de una población llamada a avanzar hacia la multiculturalidad
Tanto como empresarios o como trabajadores, los africanos contribuimos de forma decisiva a la creación de empleo y contribuimos a las cuentas de Hacienda en cada país en que residimos, en negocios que van desde las nuevas tecnologías hasta la construcción, desde la hostelería hasta la sanidad y los servicios públicos.
Y, a la vez que contribuimos a la riqueza de nuestro país de acogida, seguimos enviando una importante cantidad de remesas a nuestros países de origen para ayudar a nuestras familias. Es decir, también suponemos un elemento muy importante en el desarrollo de África. Tener trabajo y desarrollar una vida profesional en Europa para un africano también supone contribuir al desarrollo y progreso de África, por si alguien desea tenerlo en cuenta.
Como conclusión, considero que muchos africanos que llegamos a Canarias, España y Europa somos muy interesantes para la economía, el desarrollo social y cultural del viejo continente, a la vez que, disponiendo de recursos también contribuimos al desarrollo de nuestros países de origen y a las mejores de las condiciones de vida y estabilidad de muchos países africanos.