
Somalia, Sudán del Sur, República Centroafricana y Níger encabezan la lista de los países más pobres del planeta. Paradójicamente, poseen abundantes recursos naturales que no logran traducirse en bienestar para su población. La inestabilidad política y la ausencia de instituciones sólidas mantienen a millones de personas atrapadas en una pobreza crónica.
Las previsiones del Fondo Monetario Internacional apuntan a un crecimiento del 4% para África en 2025, por encima de la media mundial. Sin embargo, este repunte macroeconómico apenas impactará en los niveles de desarrollo humano. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la brecha entre potencial económico y realidad social sigue siendo abismal en los países que lideran el ranking de pobreza.
En Somalia, más de cuatro millones de personas están en riesgo de hambruna extrema. El país, devastado por décadas de guerra civil, afronta en septiembre unas históricas elecciones directas, las primeras en más de medio siglo, mientras persisten resistencias de líderes locales contrarios a las reformas democráticas.
Sudán del Sur, independiente desde 2011, dispone de petróleo, tierras fértiles y abundante ganado. Aun así, la violencia política ha sumido a la mitad de la población en inseguridad alimentaria y mantiene a millones sin acceso a servicios básicos. En la República Centroafricana, el control territorial de grupos armados y la violencia recurrente desplazan a cientos de miles, mientras la pobreza y la inseguridad alimentaria afectan a casi la mitad de sus habitantes.
Níger, rico en uranio, oro y petróleo, sufre una pobreza extrema agravada por sucesivos golpes de Estado. Con más del 70% de analfabetismo y una fuerte dependencia de la ayuda humanitaria, la falta de un Estado de derecho limita cualquier posibilidad de progreso. El cambio político y la gobernanza democrática se perfilan como condiciones indispensables para revertir la situación.
La experiencia de países africanos con instituciones sólidas, como Botsuana o Cabo Verde, demuestra que la democracia impulsa el desarrollo y reduce la pobreza. Mientras, organizaciones como Manos Unidas trabajan sobre el terreno en 33 países africanos, apoyando proyectos en educación, salud, agua, alimentación y derechos humanos para que la prosperidad deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho compartido.
Fuente: manosunidas.org