
La pesca en Senegal atraviesa un momento decisivo. Pilar económico y cultural del país, el sector genera alimentos, empleo y divisas. Pero la sobreexplotación de especies clave, como la sardina, enciende las alarmas. Actualmente, el 70% de las proteínas animales que consume la población proviene del mar, una dependencia que expone al país a riesgos si no se actúa con urgencia.
Con 718 kilómetros de costa y una zona marítima rica en biodiversidad, Senegal combina pesca artesanal e industrial. En mayo de este año, el Ministerio de Pesca autorizó a 151 arrastreros —132 nacionales y 19 extranjeros— a operar en aguas nacionales. Aun así, la pesca artesanal domina: el 80% de los desembarques provienen de las 17.449 piraguas activas.
Durante la campaña presidencial de marzo, la Coalición Nacional para la Pesca Sostenible (CONAPED) logró que los candidatos firmaran una declaración por una pesca sostenible e inclusiva hasta 2030. El acuerdo, ahora respaldado por el nuevo Ejecutivo, marca un punto de inflexión en la política pesquera del país.
Entre las medidas más destacadas figura la congelación de nuevas licencias industriales para especies en riesgo, así como auditorías a las flotas existentes. También se prevé reforzar el control marítimo y luchar contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, uno de los principales desafíos del sector.
Las autoridades aseguran que la gestión será más transparente. Se publicarán listas actualizadas de buques autorizados y se mejorará la vigilancia tanto en la pesca industrial como en la artesanal. La sostenibilidad se plantea así no solo como una necesidad ecológica, sino como una estrategia de desarrollo nacional.
Senegal apuesta por un modelo que proteja sus recursos sin frenar la actividad. Un equilibrio complejo, pero vital, para un país que tiene en el mar uno de sus principales motores de vida.
Fuente: camacoes.sn