
La inmigración se ha convertido en un elemento clave para el dinamismo económico de Canarias. Así lo destaca un análisis de CEOE Tenerife, basado en datos del Banco de España. El estudio señala que el impacto migratorio ha contribuido al crecimiento del PIB per cápita regional entre 2022 y 2024.
En este periodo, la inmigración no solo ha compensado la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población, sino que también ha aportado mano de obra esencial. Canarias, por su situación geográfica y sus vínculos históricos con América Latina, acoge un volumen significativo de población extranjera. Alrededor del 60% de los residentes foráneos son extracomunitarios.
El efecto económico es evidente: la inmigración ha sumado entre 0,39 y 0,68 puntos al crecimiento del PIB per cápita canario, cifras muy similares a la media nacional. La población no comunitaria, con una tasa de empleo del 61,34% en 2024, desempeña un papel relevante en sectores con fuerte demanda, como la hostelería, el comercio o los cuidados personales.
En contraste, la tasa de empleo entre los residentes comunitarios fue del 48,80%, debido principalmente a la llegada de ciudadanos europeos jubilados que no participan activamente en el mercado laboral. Su impacto económico, aunque positivo, es menor: 0,08 puntos frente a los 0,326 puntos aportados por los extracomunitarios.
Para aprovechar todo el potencial de esta tendencia, CEOE Tenerife aboga por reforzar las políticas de integración. Entre las prioridades figuran la formación lingüística, la homologación de títulos, el acceso a vivienda y el refuerzo de los servicios públicos.
Según la patronal tinerfeña, una gestión eficaz de la inmigración no solo estabiliza el sistema de bienestar frente al envejecimiento poblacional, sino que también mejora la productividad y sanea las cuentas públicas a medio plazo.