
En plena década de los ochenta, Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso, ofrecía una de las críticas más lúcidas y contundentes al sistema de cooperación internacional. En una breve intervención ante medios occidentales, el líder africano desmontaba el relato oficial: la llamada “ayuda” al desarrollo no era tal. Según su visión, se trataba de un mecanismo estructurado para perpetuar la dependencia de los países del sur global.
Sankara no hablaba desde la teoría, sino desde la experiencia. En su país, denunció que las ayudas externas —especialmente las alimentarias— minaban la autosuficiencia y desarticulaban las economías locales. Afirmaba que esa asistencia, lejos de resolver los problemas estructurales, reforzaba una lógica de subordinación económica y cultural frente a los donantes.
En su histórico discurso de 1987 ante la Organización para la Unidad Africana, en Adís Abeba, fue más allá: planteó que la deuda externa constituía una nueva forma de colonización. “No podemos pagar esa deuda”, dijo, exigiendo a los países africanos rechazar unidos el pago de lo que consideraba una carga ilegítima, heredada de gobiernos corruptos y potencias extranjeras.
Para Sankara, la llamada ayuda internacional era una herramienta política. No respondía a la solidaridad, sino a intereses estratégicos de dominación. Alimentaba el desequilibrio y perpetuaba un modelo en el que África debía resignarse a ser proveedora de materias primas y receptora de planes impuestos desde fuera.
Décadas después, su legado sigue vivo. La figura de Sankara es hoy una referencia inevitable para líderes africanos emergentes como Ibrahim Traoré, también burkinés. Ambos encarnan una corriente panafricanista que reclama soberanía, dignidad y una nueva forma de relacionarse con el mundo.
Este vídeo recupera, en apenas un minuto, la vigencia de aquel mensaje. Un testimonio que, pese al tiempo transcurrido, sigue interpelando a quienes aún confunden dependencia con ayuda.
Fuente: historiadeafrica.com; youtube.com