
Una imagen captada por la Estación Espacial Internacional ha revelado una gran “mancha blanca” en pleno Sahel, al norte de Chad. El resplandor, de unos 12 kilómetros de diámetro, no es nieve ni sal, sino un fenómeno óptico causado por la reflexión del sol sobre la superficie del lago Iro.
El efecto, conocido como sunglint, solo se produce cuando el ángulo de la luz solar coincide de forma exacta con la posición de la cámara en órbita. Desde el espacio, el agua se transforma en un espejo plateado que destaca sobre el árido paisaje de la región. Incluso el río Bahr Salamat, que alimenta el lago, refleja el destello, aunque con menor intensidad por su forma sinuosa.
El lago Iro, de contornos casi circulares, no solo sorprende por su brillo. Investigaciones científicas apuntan a que podría asentarse sobre un antiguo cráter de impacto formado por un meteorito hace millones de años. Su morfología y la presencia de cristales antiguos en la zona respaldan esta hipótesis.
Estudios recientes han identificado en Chad otras posibles estructuras de impacto, como las formaciones Faya y Mousso. Sin embargo, el Iro destaca por su tamaño y conservación, lo que lo convierte en un candidato excepcional para confirmar su origen extraterrestre.
Los astronautas de la Estación Espacial Internacional ajustan sus instrumentos para captar este tipo de reflejos, que solo se dan en momentos muy precisos. Más allá de su atractivo visual, estas imágenes ofrecen pistas sobre la historia geológica de regiones remotas y poco exploradas del planeta.
Este hallazgo recuerda que, incluso con la tecnología actual, la Tierra aún guarda secretos visibles solo desde el espacio. En este caso, una simple alineación de luz, agua y mirada orbital ha sacado a la luz un enigma que podría remontarse a la prehistoria del planeta.
Fuente: livescience.com; elconfidencial.com