
El arte contemporáneo vive una transformación silenciosa pero imparable. Un grupo de mujeres afrodescendientes está cambiando la narrativa desde dentro, creando un lenguaje visual que desafía jerarquías, discursos y fronteras.
Sin pedir permiso, nombres como Laetitia Ky, Toyin Ojih Odutola, Lina Iris Viktor, Nydia Blas, Delphine Diallo, Neekie Beeks y Tsedaye Makonnen, entre otras, están ocupando el espacio que históricamente les fue negado. Sus obras fusionan identidad, memoria y resistencia, dando forma a una nueva estética global que combina tradición, tecnología y espiritualidad.
Lejos de los estereotipos, estas creadoras no buscan representar “lo afro” como etiqueta, sino como universo en expansión. Exploran la piel, el cabello, la herencia y la comunidad desde perspectivas íntimas, sin renunciar a la experimentación formal ni a la crítica cultural.
El impulso de este movimiento va más allá de la reivindicación. Es una apuesta por el futuro del arte como territorio diverso, donde la autoría femenina y negra no sea excepción sino norma. En sus manos, el cuerpo se convierte en archivo y el gesto artístico en un acto político.
Museos, galerías y plataformas digitales empiezan a mirar hacia ellas, conscientes de que su influencia redefine la historia visual del siglo XXI. Cada obra, cada imagen, cada acción marca un punto de inflexión: el arte contemporáneo ya no se entiende sin la voz de las mujeres afrodescendientes.
Fuente: lamag.africa; afrikanizm.com