La Fundación Mujeres por África celebra 10 años del programa “Ellas Investigan”, que ha permitido que 178 científicas africanas investiguen en centros punteros españoles
“La pregunta que nos hacemos las científicas africanas al afrontar nuestro trabajo es clara: ¿cómo hacemos que sobrevivan nuestros hijos?”. Esta es la frase que lanza una científica ghanesa Nancy Quashie en la película documental «La Ciencia de las Mujeres de África», tercera obra audiovisual de la Fundación Mujeres por África. La profesora Quashie describe en este largometraje su estancia de seis meses como investigadora en el Instituto de Salud Carlos III, donde estudió tratamientos contra enfermedades tropicales como la malaria, la tripanosomiasis o la oncocercosis. Otra científica, la tunecina Sywar Belkhala, es una matemática que trata de aplicar a su mar, el Mediterráneo, los datos oceanográficos obtenidos por la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN) para la resolución de diversas ecuaciones. La pudimos conocer esta semana en el auditorio Nelson Mandela de Casa África, explicando la enorme oportunidad que para ella supone trabajar con los datos y los medios punteros de la investigación canaria y poder aplicar nuevos conocimientos a las necesidades que surgen en su país.
Nancy y Sywar tienen en común que forman parte de un proyecto de la Fundación Mujeres por África denominado Science by Women/Ellas Investigan, una iniciativa que cumple ahora diez años y que, en sus inicios, fue acogida en este país con cierto escepticismo. Se concreta en abrir las puertas de los centros de investigación de excelencia de toda España para que investigadoras de todo el continente africano puedan avanzar sus estudios y trabajar en sus proyectos. El programa ya se ha consolidado como un referente en el apoyo al talento científico femenino en el continente africano, facilitando estancias de seis meses a más de 170 investigadoras de hasta 38 países africanos, integradas ahora en la red NOW is Africa. Se trata, además, de un programa que promueve la cooperación científica con perspectiva de género: es decir, la adaptación a las realidades y contextos de las científicas africanas beneficiarias, al eliminar límites de edad y ofrecer una estructura flexible que les permita conciliar sus responsabilidades laborales y personales.
La celebración y la evaluación de esta década de Science by Women/Ellas Investigan arroja un balance incontestable: el aprendizaje siempre es un viaje de ida y vuelta. Lo comprendimos al visualizar el documental que mencionaba en el arranque de este artículo, dirigido por la periodista Begoña Piña y el realizador Pedro Mambrú. «La Ciencia de las Mujeres de África» hace un recorrido por los primeros ocho años del programa, dando voz a científicas africanas que comparten sus realidades, desde la desigualdad de género hasta la carencia de medios técnicos en sus países, y es una celebración del ingenio, la resiliencia y el impacto social que persiguen estas mujeres, cuyas investigaciones en áreas clave como salud, energía, agricultura o cambio climático tienen una aplicación inmediata en sus sociedades, aportando una visión nueva y enriqueciendo el conocimiento de la humanidad. Su perseverancia es una fuente de inspiración para millones de niñas y niños en el planeta, mostrándoles que la ciencia no es un mundo de hombres, ni se confina a Occidente y que las africanas también son referentes en la investigación mundial.

Profundizamos en esta realidad en el seminario que celebramos este jueves, denominado «Africanas en la Ciencia» y en el que los científicos y científicas de nuestro país y las beneficiarias de este programa remarcaron que aprenden tanto como enseñan y nos martillearon la idea de que la ciencia es cuestión de aprendizaje mutuo, de compartir y descubrir juntos. La moraleja fue que la ciencia debe ser colaborativa y trasnacional, debe tener un impacto positivo sobre nuestras vidas y tiene que encontrar caminos “para que sobrevivan nuestros hijos”.
Además, este seminario puso en valor la aportación de Canarias al proyecto Science by Women/Ellas Investigan, reforzando los vínculos entre nuestra región y el continente africano en torno al conocimiento y el progreso compartido. Centros de investigación canarios como el Instituto Astrofísico de Canarias, la Plataforma Oceánica de Canarias, el Instituto Tecnológico de Canarias y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, entre otros, colaboran activamente con la Fundación Mujeres por África abriendo sus puertas y laboratorios a las científicas vinculadas al programa, dándoles acceso a sus recursos avanzados y guiándolas para mejorar y avanzar en sus investigaciones. Es increíble como las propias científicas cuentan que en solo un mes estaban manejando tecnologías de las que no disponen en su país de origen y que esto las ha llevado a resultados hasta más ambiciosos de los que planteaban en sus inicios.
Desearía destacar las palabras de Nasara Cabrera Abu, responsable de Cooperación en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ella nos explicó que tiene muy clara la responsabilidad de los centros universitarios en el contexto actual, marcado por un recorte salvaje de la cooperación al desarrollo en Estados Unidos y en los países que, hasta ahora, parecían más fiables en su compromiso con el 0,7 % del PIB destinado a la Ayuda Oficial al Desarrollo. La profesora Cabrera Abu reivindicó la reinvención de la universidad como agente autónomo de desarrollo y centro de innovación colaborativa, en un momento en el que los debates sobre nuestro futuro se centran en la seguridad entendida como algo puramente militar y policial y en el que la política exterior se convierte en una cuestión transaccional y despiadada y las relaciones de dominación se imponen en la arena internacional.
Cuando el presidente Trump decide borrar de nuestro mapa a continentes enteros, como sucede con África, y optamos por primar la defensa sobre la educación y la salud es cuando la ciencia, las humanidades y la universidad deben estar en primer plano y defendernos de la barbarie. Es cuando las alianzas promovidas por las instituciones académicas y científicas y por organismos como la Fundación Mujeres por África son más necesarias. Es cuando comprendemos la necesidad de compartir el conocimiento y hacerlo accesible y la importancia de cooperar ante los desafíos comunes, transfronterizos y cambiantes, que nos presenta el momento actual, ya sean pandemias, cambio climático o cualquier otra amenaza contra la seguridad y el bienestar humanos.
La actual directora general de la Fundación Mujeres por África, María José Blasco, nos recordó ayer, jueves, que en un mundo donde la ciencia y la tecnología se erigen como pilares indispensables para el progreso social, económico y productivo, es crucial reconocer y potenciar el papel de todas las mentes brillantes, especialmente aquellas que históricamente han sido invisibilizadas.
En esa misma línea, mi intervención en la inauguración del seminario de esta semana subrayó que, a pesar de haber sido históricamente invisibilizadas en los relatos sobre ciencia y tecnología, miles de africanas han desempeñado un papel crucial en el desarrollo de conocimientos en áreas como la medicina tradicional, la agricultura o la astronomía. Propuse ejemplos que demuestran su enorme contribución, como Hipatia de Alejandría (la primera científica documentada de la historia), Wangari Maathai (impulsora del Cinturón Verde, que plantó 30 millones de árboles), Rose Gana Fomban Leke (propulsora de avances en aminorar el impacto de la malaria durante el embarazo), Tebello Nyokong (especializada en terapia fotodinámica contra el cáncer) o la heroica Stella Ameyo Adadevoh, que salvó a Nigeria del Ébola en 2014.
Repito que el conocimiento siempre es una vía de ida y vuelta, en la que la colaboración es absolutamente necesaria, y que los ejemplos animan nuevas vocaciones, como sucede con ese símbolo universal que es la gran Wangari Maathai, bióloga que recibió el Nobel de la Paz por su labor inconmensurable en la protección de la naturaleza. Por todas estas razones, es un orgullo apoyar programas como Science by Women/Ellas Investigan y a organismos como la Fundación Mujeres por África y ser conscientes de que Canarias está en el centro de una red de personas, saberes y organizaciones que contribuye a mejorar el mundo.