Durante años, trabajamos muy duro para llegar al Mundial, que parecía un sueño muy lejano.
Hace tres partidos, vimos que era posible y el sueño se hizo realidad. Fue un trabajo duro entre bastidores, pues ya sabíamos que tendríamos dos partidos con lleno total. Triplicamos el estacionamiento, pero aun así no fue suficiente para la cantidad de público que estaba deseoso de animar a los tubaroes.
El estadio estaba preparado hasta el último detalle y, junto con las fuerzas de seguridad, se elaboró un plan para que todo estuviera a la altura del acontecimiento que se podía avecinar. Todos lo elogiaron.
Se consiguió.
Es una alegría inconmensurable. Merecemos esta clasificación en la Copa del Mundo por el trabajo constante, serio y responsable de tantas personas durante tantos años. Varias generaciones de caboverdianos, pero un solo sueño.
Tras haber conseguido clasificarnos, cuando se celebre el Mundial, el sueño será ganar el primer partido. Los objetivos los fijará el cuerpo técnico tras el sorteo. Si caemos en el grupo que queda en Massachusetts, sería un bombazo.