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La guerra comercial sacude a África: entre el abandono de EE.UU. y la necesidad de reaccionar

La suspensión parcial de los aranceles no elimina el impacto real sobre las economías africanas. El continente vuelve a quedar fuera del foco y necesita respuestas propias

La economía necesita confianza. Pero en África, esta misma se tambalea en un contexto en el que las reglas de juego cambian por minutos -segundos, incluso-. Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el pasado 2 de abril una ola de aranceles, en el continente africano las miradas fueron de incredulidad e incertidumbre. Aunque, es cierto que estos 54 países no eran objetivo principal, no cabe duda de que los efectos no han tardado en producirse.

Además, la suspensión de los aranceles recíprocos durante 90 días no ha disipado la sensación de que, para la administración estadounidense, África ha dejado de ser una prioridad. Ejemplo de ello, varias siglas que cada vez están más en el aire: AGOA (African Growth and Opportunity Act) y USAID (United States Agency for International Development). Las importaciones estadounidenses procedentes de África ascendieron a 39.000 millones de dólares en 2024. Aunque parece una cantidad pequeña, la exportación a EE.UU. es una fracción importante de las exportaciones totales.

A Estados Unidos ya no le interesa África

En el año 2000, bajo la presidencia de Bill Clinton, se crea AGOA. Un espacio que promueve el comercio entre Estados Unidos y África sin pagar aranceles (textiles, cacao, petróleo…). Está en vigor hasta este año (2025) y su renovación ahora se pone en duda. A diferencia de lo que pudo ocurrir con Canadá y México con el USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement), donde no se cargarán estos aranceles; con su homólogo africano no ocurre lo mismo.

La inestabilidad que esto puede generar, se vio claramente reflejada en lugares como Lesoto. Un pequeño país sin salida al mar, rodeado íntegramente por Sudáfrica. A pesar de su tamaño, es uno de los principales exportadores de ropa de África Subsahariana a Estados Unidos, gracias a las ventajas de programas como AGOA. El pasado 2 de abril miraban al despacho oval y a un porcentaje: 50%. Esa era la cifra arancelaria a pagar. Hoy respiran algo más aliviados. Hay que recordar que el 29% de las exportaciones totales africanas al país norteamericano las aglomera Lesoto.

Un territorio pequeño, y poco conocido, que hoy se convierte en símbolo de todos los puestos de trabajo y familias, que están en juego en esta guerra comercial.

Amaina la tormenta, pero la lluvia sigue cayendo

La decisión de Washington de pausar durante 90 días los aranceles recíprocos, no quita que el problema de fondo siga intacto. El arancel universal del 10% a todas las importaciones sigue en pie, y con él, una serie de consecuencias difíciles de esquivar. La explicación la detalla bien el periodista especializado en economía y relaciones internacionales, Jaume Portell: “Si se ralentiza la economía, lo hace a su vez la producción; y con ella, se compra menos materia prima. Es aquí donde África se ve afectada de lleno”.

A esto, se le suma un impacto indirecto por inflación en productos manufacturados. Muchos de los que se consumen en África dependen de cadenas de suministro internacionales. Lo que genera que el coste final sea mucho más alto.

Oportunidad escondida

El ISS (Institute For Security Studies) publicaba un artículo hace unos días sobre cómo la pérdida de ayudas en África, por parte de Estados Unidos o la Unión Europea, puede ser una oportunidad para el continente. Más allá de ser una tarea especialmente difícil, no deja de tener un fondo que muchos analistas comparten.

Alejandro López, especializado en política internacional y director del medio ‘Descifrando la Guerra’, calificaba esta contienda arancelaria como una oportunidad de diversificar la economía. Algo que, como él mismo recordaba, no es nuevo en el continente africano. Desde hace años, han entrado nuevos actores como China, Turquía o Rusia que juegan ya un papel clave.

África, además, tiene una gran riqueza en recursos naturales; y es este, otro de los puntos que destaca el analista en geopolítica, Ovigwe Eguegu: “La transformación con valor añadido es una prioridad para los países africanos con o sin aranceles, especialmente los minerales críticos y estratégicos, en medio de la demanda mundial”. Aun así, asume que la incertidumbre económica mundial hace muy difícil a corto plazo esta idea.

De la misma forma, Eguegu, apela por reforzar el área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA). Es decir, comerciar entre países africanos sin aranceles, que permitan reducir la dependencia de mercados externos y crear mayores cadenas de valor africanas. Eso sí, como recuerda el periodista, Jaume Portell, hoy por hoy, la capacidad de consumo del continente africano; dista mucho de la de mercados como Estados Unidos. Y esto, la administración Trump; así como cualquier otra, lo sabe bien.

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