Ibrahim Traoré es un rayo de esperanza en el continente africano, un gobernador que promete, alguien que parece priorizar los intereses colectivos a los propios, alguien que está poniendo verdaderas políticas y acuerdos de cambio en marcha. Muchos africanos de la diáspora estamos felices de ver un líder que trata de cambiar el status quo y lucha contra el neocolonialismo. Habiendo movido ficha hacia la autosuficiencia económica, la soberanía frente a los conglomerados occidentales, la lucha contra el terrorismo, la reivindicación de la cultura frente a un imperialismo cultural en el que las identidades y particularidades locales se pierden en favor de las antiguas metrópolis, etcétera.
Sin embargo, es inevitable tener miedo en tanto que africano. Un gobernador africano que lucha contra la corrupción, el expolio y el neocolonialismo se crea muchos enemigos. Es cómodo el argumento de «África está como está por guerras y gobernadores corruptos». En parte sí, pero en gran parte muchas de esas guerras están provocadas por organismos y multinacionales europeas y estadounidenses. No podemos obviar que los intereses económicos y geopolíticos de estos no solo han provocado guerras, sino que también han derrocado gobiernos en favor de gobernadores más maleables, marionetas a las que pagar con cacahuetes, el expolio de recursos naturales del país.
El neocolonialismo, explicado de forma sencilla, consistiría en prolongar el control y dominio de las antiguas y «nuevas» potencias coloniales a través del control económico de un país.
Ibrahim Traoré es de los pocos que está realmente combatiendo contra esto, habiendo nacionalizado minas de oro, puesto distancia con Francia y sus diversos tentáculos, y subido el PIB del país. Ya se ha demostrado en otros casos que renegociar los acuerdos sobre la explotación de los recursos minerales de un país sube el PIB, véase Evo Morales en Bolivia o Gadafi en Libia. Sin embargo, hacer pagar un precio justo a organismos que podían obtener los mismos recursos por mucho menos, organismos cuya razón de existir es obtener el máximo beneficio económico posible, puede poner al responsable de ello en una posición delicada. Y si le añades renegociar la deuda injusta que impuso el BCE (Banco Central Europeo) o una lucha contra el hecho de que tu moneda nacional siga siendo francesa (Franco CFA), entras en arenas movedizas como Thomas Sankara, Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral, Eduardo Mondlane, Samora Machel, Murtala Mohammed, Chris Hani, Steve Biko, Laurent-Désiré Kabila, Félix-Roland Moumié, etc. Pero estas personas, al igual que Ibrahim Traoré, no solo entraron en arenas movedizas, sino que fueron semillas, y hoy son cambio y esperanza.