
En Tombuctú, donde las arenas del Sahel narran siglos de resistencia, un proyecto reciente ha transformado la tierra en símbolo de reconciliación y futuro compartido. Del 9 al 15 de agosto, la ciudad maliense acogió la 19ª edición del Campamento Internacional de Reforestación e Intercambios Culturales, una iniciativa impulsada por la UNESCO, el ACNUR y la Comisión Nacional para la UNESCO e ICESCO, en colaboración con la Federación de Clubes UNESCO de Malí.
Durante una semana, jóvenes de distintos orígenes y personas desplazadas internas trabajaron codo a codo en el sitio de Al Amar, plantando árboles que representan algo más que una acción ecológica: una apuesta por la paz y la convivencia. En medio del desierto, las palas y los regaderos se convirtieron en herramientas de esperanza y diálogo intercultural.
El programa combinó reforestación, talleres culturales y representaciones teatrales sobre el acceso a los recursos naturales y la igualdad de género. En una de las actuaciones, jóvenes y líderes comunitarios escenificaron el reto de compartir la tierra y gestionar los bienes comunes sin recurrir a la violencia. El mensaje fue unánime: proteger el entorno es proteger la vida y el futuro de las comunidades.
La actividad subrayó el papel crucial de las mujeres y los jóvenes en la gestión de los recursos naturales. Gracias a este impulso, el 15 % de las tierras rehabilitadas se reservarán a estos colectivos, un avance tangible hacia la equidad y la inclusión.
Sostenido por el proyecto Reforzamiento de la seguridad humana de mujeres y jóvenes vulnerables, financiado por el Gobierno de Japón, el encuentro dejó una huella profunda. En Tombuctú, plantar un árbol se convirtió en un gesto de paz. Y entre risas, canciones y raíces compartidas, floreció algo más fuerte que los árboles: la voluntad de crecer juntos.
Fuente: UNESCO