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Si tuviera que regresar al continente africano por primera vez, no lo dudaría: optaría por Gambia. Un país cercano, alegre, firmemente anclado en sus costumbres y lo suficientemente extenso como para explorar durante varios días.
El río, que da nombre al país, simboliza todo: una fuente de alimento para la pesca, el lugar de encuentro comunitario para las labores del hogar, los juegos de atardecer para los pequeños y unos asombrosos parajes naturales que acogen una gran diversidad de fauna silvestre.
En Gambia no hay valles ni montañas; todo es llanura, donde únicamente las copas de los baobabs, considerados árboles sagrados, desafían la vastedad del horizonte.
Pescadores navegando en el Parque Nacional del Río Gambia.
Atardecer en Bintang bay, pequeña aldea de pescadores.Bintang bay. Canoas de pesca amarradas. Río Gambia
Pescador lanzando su red. Sus capturas serán peces diminutos.
Lavar la vestimenta es una de las tareas cotidianas de las mujeres gambianas.
Los gambianos, salvo los pescadores, no suelen navegar largas distancias en canoas. En cambio, sí las emplean para atravesar el río.
Los niños se encuentran en todas partes. Sus sonrisas son cautivadoras.
Anciano arreglando el pescado recién traído al puerto.
Ubicado a aproximadamente 3 horas de Banjul, Bitang Bolon Lodge es un auténtico refugio de tranquilidad. Brinda la oportunidad de hospedarse a un costo asequible.
Atardecer en Bitang Bolon Lodge.
Familia de hipopótamos libre en su hábitat natural.
Chimpancé en el Parque Nacional del Río Gambia. Proyecto de Recuperación de Chimpancés establecido en 1979. Habitan libremente alrededor de cien individuos distribuidos en cuatro grupos.
Vuelo de una garza blanca al amanecer.
Atardecer en el río Gambia.